
¿Quién eres?
¿Tú, esta partícula en el espacio y el tiempo, o todo lo que se ve afectado por ti?
El efecto que tenemos en la vida es mucho mayor de lo que a menudo pensamos, identificándonos con una partícula en el espacio y el tiempo. En realidad, un ser humano es, por un lado, una partícula, pero por otro, es un campo. Es una acción. Es un efecto que co-crea nuestra cultura y co-crea el nivel de conciencia en el que nuestra cultura vibra.
Un místico social prioriza el despertar, lo Divino, en la vida cotidiana mediante la co-creación de campos sociales, redes y cultura saludables. La habilidad y la danza del místico social consisten en concienciar y cuidar todas las interacciones sociales: las relaciones íntimas, la familia, los amigos, pero también las relaciones con todo el mundo en el trabajo, el camarero y la camarera del restaurante, y todas las personas con las que nos encontramos. Si mi práctica espiritual es en un monasterio o en aislamiento, es diferente, pero cuando mi práctica está integrada en un campo social, si yo cambio, mi entorno tiene que cambiar conmigo. Tenemos que encontrar una nueva forma de relacionarnos para crear una nueva escultura cultural.
Cuanto más conscientes seamos de nuestras sutiles conexiones con todos los que nos rodean, más podremos sentir cómo co-creamos nuestra realidad, cómo afectamos a nuestro entorno y cómo todos los que nos rodean nos afectan de un modo u otro.
La co-creación de campos sociales saludables depende de que cada uno encuentre su auténtico lugar en un sistema determinado. Si no encontramos nuestro lugar, esto creará fricciones constantemente. Este lugar no es fijo, sino que está en relación dinámica con nuestro entorno, y es un equilibrio constante entre dos fuerzas principales que nos impulsan como seres humanos: la voluntad de llegar a ser o devenir, de expresar nuestro potencial en el mundo, y la voluntad de pertenecer.
Cuando conectamos con el mundo a través del corazón, a través de esa conexión estamos creciendo y convirtiéndonos en un nuevo ser.
El centro del pertenecer y el devenir es el corazón. Cuando conectamos con el mundo a través del corazón, a través de esa conexión estamos convirtiéndonos en un nuevo ser. Para las personas que tienen una relación sana con su devenir y pertenencia, eso es más fácil. Si la pertenencia o el devenir están heridos, es difícil, porque, para mantener la relación, tengo o bien que desprenderme de una parte de mí mismo o bien que desprenderme de una parte de la relación.
Si, en nuestros primeros años, el proceso de apego no se produjo correctamente, esto afectará a la hora de encontrar nuestro lugar en la vida. Nuestras relaciones parentales formativas pueden alentar o subyugar nuestro impulso a convertirnos en nuestro auténtico ser, y nuestras estrategias para sobrevivir y prosperar pueden moldear fuertemente nuestro camino como adultos. Queremos explorar estas estrategias y hacerlas conscientes. De lo contrario, tendremos que experimentarlas a lo largo de nuestra vida con todas las consecuencias para nuestra capacidad de construir campos sociales y cultura sanos a nuestro alrededor.
Cuanto más sana sea nuestra crianza, o cuanto más profundicemos en nuestro viaje de sanación, más podremos descansar en el espacio vulnerable del corazón. Cuando descansamos en nuestro espacio del corazón podemos permanecer relacionados en todas las circunstancias, en los momentos hermosos, en las discusiones y en los conflictos, podemos permanecer relacionados y encontrar nuestro lugar apropiado. Desde este lugar, podemos comprometernos con las relaciones y también podemos comprometernos con nuestro devenir. Entonces siempre puede haber un nuevo desarrollo saludable. En cada nuevo nivel en el que crezco, puedo crear una nueva relación con mi pareja, mis compañeros de trabajo o mis amigos. No siempre es la misma relación. Después de cada paso en mi desarrollo, tengo que averiguar cómo es la nueva relación.
Cuando podemos movernos con fluidez entre nuestro ser y pertenecer nos convertimos en agentes de estabilidad, claridad, e inspiración en nuestras redes de pertenencia y tenemos libertad para co-crear nuevos círculos, redes y campos sociales que puedan fluir y adaptarse a la cambiante y compleja realidad de nuestro mundo actual.
Nuestra contribución social no son sólo las redes sociales que co-creamos, sino también lo que aportamos a los procesos de toma de decisiones económicas, sociales y políticas, aunque no parezca evidente, al menos no a primera vista. También contribuimos a una especie de centro de conciencia, o centro de gravedad, del proceso cultural. La calidad de esa red tiene una implicación mucho mayor de lo que parece evidente. La cultura es una danza y un movimiento constantes en los que todo afecta a todo, una danza holística. La creación de esa red cultural con cuidado, precisión, claridad, amor y con la disposición a estar en la comodidad y la incomodidad es clave, porque eso literalmente co-crea nuestro mundo. A gran escala, co-crea procesos de toma de decisiones muy importantes. A veces parece que las personas en las estructuras de gobierno o sociales toman decisiones por nosotros. Pero en realidad hay una interrelación mutua, una interdependencia, una conectividad que es un importante factor subyacente. Por lo tanto, nuestro trabajo interior y el crecimiento de nuestra capacidad de relacionarnos son nuestro mejor servicio a la humanidad.
Si quieres profundizar en estos conceptos y tener una experiencia sentida de nuestro trabajo en grupo, te invitamos a la charla abierta