Nuestras relaciones no son algo fijo, sino un proceso constante con dinámicas emocionales, de poder, género, competición, interdependencia, lealtad, creatividad, etc. La inteligencia relacional es nuestra capacidad para conectar y establecer confianza con los demás, es decir la capacidad de sintonizar con, y comprender las emociones, valores, intereses y necesidades propias y ajenas, y de utilizar esta información para guiar nuestro comportamiento en relación.
La relación siempre empieza conmigo mism@. Relación significa conexión sentida, y para sentir al otro necesariamente debo sentirme a mi mism@ en primer lugar. Una vez establecido el auto contacto, puedo sintonizar conscientemente con otras personas, nuestros sistemas nerviosos pueden entrar en un estado de coherencia. De esta forma aumentamos el flujo de datos de nuestra relación. Aprendiendo a sentirnos y a sincronizar nuestros sistemas nerviosos, creamos un campo presente y vivo. Este campo se convierte en una base sólida para la colaboración y el encuentro vivo y verdadero. "Siento que me sientes" es el pilar básico de la inteligencia relacional.
Nuestra inteligencia relacional requiere una combinación de inteligencia sensorial, emocional, y ética:
Inteligencia sensorial - La capacidad para percibir los diferentes matices de información proporcionada por los sentidos
Inteligencia emocional - La capacidad de reconocer sentimientos propios y ajenos
Inteligencia ética - La capacidad de orientarnos según nuestros valores más esenciales
Desarrollar estas inteligencias y crecer más allá de nuestro legado de trauma y hábitos relacionales requiere espacios de sanación y práctica. Cada cultura y época en la historia de la humanidad ha desarrollado sus propias arquitecturas de sanación y reconexión con lo sagrado. En nuestra cultura occidental, fuertemente secular, que ha vivido una revolución pasando de estructuras sociales fijas a redes relacionales en rápido cambio y evolución, necesitamos reinventar estas arquitecturas de reconexión.
El principio activo de una arquitectura de sanación y reconexión es la generación de campos de coherencia. A través de la coherencia relacional creamos un campo juntos, un cuerpo de resonancia grupal, una presencia grupal. Esa presencia grupal es un recurso muy poderoso. Cuanto más alta es, más inteligente es la red. Cuando cada participante de un grupo siente a todo el grupo, el grupo está representado en la percepción interna de todos. Si lo hacemos conscientemente y con conciencia de nuestro sentir, se intensifica la coherencia del campo grupal y el potencial transformador para nuestros procesos personales y colectivos.
En la comunidad de Thomas Hübl estamos abocados a la creación de arquitecturas colectivas de sanación. Si te interesa profundizar en este trabajo, te invitamos a nuestro GRUPO de ESTUDIOS de CIENCIA INTERIOR,
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